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JULIACA, UNA ALDEA AGRÍCOLA
El tránsito del período Arcaico al período Formativo representa un hito en el desarrollo de la cuenca del Titicaca, puesto que en esa transición se concretaron trascendentales descubrimientos y cualitativos cambios, que revolucionó el desenvolvimiento social. Este período comprende del año 3000 al año 1000 a.n.e. Los principales sucesos históricos son: el descubrimiento y afianzamiento de la agricultura, la ganadería, el arte textil y la litoescultura; la aparición de los uros por inmediaciones de los ríos y el lago; el paso del semisedentarismo al sedentarismo; la instauración del culto a la Pachamama y de las fiestas; y el establecimiento de las aldeas permanentes. En suma, se concretó el tránsito de una economía recolectora a una economía productiva. En esos milenios transicionales florecía una aldea agrícola en la actual Juliaca. EL CULTO A LA PACHAMAMA El ancestral culto a la Pacha Mama tiene íntima vinculación con la agricultura, porque es, en suma, un agradecimiento de los pobladores a la Madre Tierra por los bienes que ofrece para la vida, particularmente por los numerosos productos agrícolas obtenidos en su seno. Los primeros agricultores emprendieron la devoción a la Pachamama con las huancas. Martín de Murúa sobre el culto a la Pachamama, escribió: “Era cosa común entre indios adorar a la tierra fértil y la tierra que llaman Pacha mama y macpacha, derramando chicha en ella y coca y otras cosas, para que les haga bien”. Con el culto a la Pachamama y las huancas surgían las primeras fiestas, empezaron las fiestas agrícolas; estas se realizaban alrededor de una huanca, a la que los pobladores invocaban y veneraban, después de los rituales se regocijaban con comida, bebida y danzas. LAS HUANCAS Hace más de cuatro milenios aparecía la litoescultura en la cuenca norte del Titicaca, como nos lo dice Lisa Cipolla, particularmente con fines religiosos y agrícolas. Los primeros ejemplares fueron las huancas, que al ser enclavadas en las tierras de cultivo eran objeto de veneración por los agricultores. El padre Pablo Joseph de Arriaga con claridad señalaba: “Huanca llaman vna piedra larga, que suelen poner empinada en sus Chácaras, y la llaman también Chacrayoc, que es el Señor de la Chácara”. La huanca de mayor data de América, es la que se encuentra en la ciudadela de Caral. En el departamento de Puno quedan muchas huancas antiguas en pie, también en la circunscripción juliaqueña. En la segunda mitad del siglo XIX, persistían varias huancas ancestrales incrustadas en las cementeras juliaqueñas, la mayoría de estas eran piedras de color blanco, había de formas cuadrangulares. Una huanca se apreciaba en un lugar de cierta elevación, en la estancia Chacrapata, en el camino de Juliaca a Yocará, en un documento de marzo de 1864, se lee: En “el camino que pasa del pueblo á Yocara [se] encuentra una piedra blanca plantada sin duda por los antiguos”. En la parcialidad de Esquen, en la estancia Tarigachi Chupa, existía otra huanca, esta quedó aludida en un registro documental del 14 de marzo de 1865, en estos términos: “atravesando el camino real q. pasa pa Lampa […] se encontro igual picota blanca”. Había otra huanca por el camino de Juliaca a Puno, a esta huanca se refería en un documento del 11 de febrero de 1865, como “un pedrón grande blanco”. En la estancia Ccomihuara se encontró “una piedra blanca plantada y de forma cuadrangular”. LA HUANCA, UNA DIVINIDAD LÍTICA La huanca se convirtió en el primer ídolo de piedra, en la primitiva divinidad lítica. Era objeto de invocación y veneración. El mercedario Martín de Murúa, que vivió en Capachica como cura de esa doctrina, registraba: “ponían en medio de las chácaras una piedra grande, para en ella invocar a la Tierra, y le pedían les guardase las chácaras”. La huanca, “el Señor de la Chacra”, era una divinidad lítica denominada Ccoa por los puquinas. Para el cronista Antonio de la Calancha la palabra coac significa “dios” en puquina. Para Thérèse Bouysse-Cassagne: “el dios Titicaca, que era serpentiforme, habría sido un coa para los puquinahablantes”. De manera que la huanca es una ancestral divinidad de los puquinas. Los capachiqueños en su lengua puquina llamaban Ccoa, a la huanca clavada en las cementeras. En un documento del 23 de agosto de 1837, que trata de una propiedad ubicada en la parcialidad de Ilata de Capachica, se lee: “entre el terreno del demandante y demandado ba a dar horizontalmente á una piedra clabada q’ entre ellos llaman (Ccoa)”. De manera que la huanca es una divinidad lítica de factura puquina, llamada en la lengua de los agricultores Coa. UNA DIVINIDAD LÍTICA QUE PERSISTE La piedra sagrada que se encuentra en el centro de la ciudad de Juliaca, es una divinidad lítica ancestral que perdura, sigue siendo invocada y venerada por la población, principalmente en las efemérides andinas. Es posible que sea parte de una huanca. Esta divinidad lítica, que aún la podemos observar y apreciar, está al inicio de la calle Carlos Lavagna (prolongación del jirón Ica), en la esquina formada con la calle Sandia, a dos cuadras de la Plaza de Armas. Las citas textuales se copiaron tal como está en los documentos hallados en el Archivo Regional de Puno y en las crónicas que se utilizaron. Mayores referencias se encuentran en nuestro estudio "Juliaca antes de la invasión hispana", publicado en el libro "Geografía e historia de Juliaca" (2020). |